miércoles, 26 de septiembre de 2007

Selección de Poesía de Paz Molina Venegas

Nota y selección: Lina Zerón

Paz Molina, poeta chilena. Ex-Presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile. En su libro La Boca del Miedo, editado por Linajes Editores, podemos ver que su poesía es como una casa abierta donde cada uno de nosotros puede sentir y reflejarse en ella. Muchas veces cuando el poeta habla o escribe no siempre se entiende lo que dice porque la palabra está llena de silencios y vacíos pero en estos dos está el acontecer poético; es la condición esencial para que una poesía que se lee, también pueda ser escuchada: claridad y contundencia y Paz Molina consigue ambas cosas.


La boca del miedo


1

Hacia ti dirijo mi frente descabellada

apacentando dolores

Entre tus manos de príncipe marchito

cobijo mi tristeza de colegiala

La tarde es un recinto

maldito por la belleza

Acurrucada, te bendigo.



2

Somos los dioses impotentes

con nuestro intento de maravilla

La ancianidad es un espejo turbio

repleto de soles

El triunfo es una llave

sólo conocida por tu boca

maestro de melancolías

príncipe de dulce mirada

Te viajo y te conservo

inmaculado y lejos

con un deseo de vivirte

con un deseo de ser tu alma.



3

El amor también puede fruncir el ceño

arquitecto dulcísimo

Guardo para ti el mejor racimo

la verdadera vida

el sol naciente.



4



Estoy tejida en cárceles aladas

mi sombra es tu reflejo

cautiva de tus horas te dibujo

con mi pincel sombrío

Soy la boca del miedo vuelta risa

cuando me besas.



Los dedos de la suerte



1

¿Cómo definir aquello que nos impele

que nos hace rebotar contra el cielo

y devolvernos la conciencia?



¿Cómo ceñirnos la mirada justa

para alcanzar la profesión de sabios?



Yo quiero alejarme del mundo-puñalada

e instalarme a vivir en la jaula florida

de mi Pájaro Padre.



2

¿Qué desatino es este, fluye un sueño acullá,

tengo dominio lógico del verbo o acaso

este oficio dominante y promiscuo en el tejido

no viene siendo más que un nicho distinto

perversidad más noble?



Yo persisto en el afán incierto justamente

y me muevo claramente en los días.



Doy salud al precario que se inicia matinal

en mis símbolos

entonces le señalo la ventana mejor, la más abierta

para el día que corre para la noche que vuela

Tendremos embrujos memorables

y mantel largo.


3

Y ni siquiera un tango ni siquiera un diamante

un pan o discorola perdida

ni siquiera.



Luego, qué.

¿Derretirse tranquilo en un texto insumiso

o doblegarse entero?



4

Hay cosas que no sé. Me destituyen

Me ubican en espacios insufribles

Debo salir de aquí de cualquier forma

en el siguiente verso, pero es tarde.

Paz Molina

Comentario- Memorias de un pájaro asustado

Memorias de un pájaro asustado

Aristóteles España

“Memorias de un Pájaro Asustado” de Paz Molina, un libro que debe ser reeditado, nos trae a la memoria el furor del lenguaje de Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Olga Acevedo, Stella Díaz Varín, las mejores de este tiempo y del otro...

Así se titula este libro de poemas de Paz Molina (Santiago, 1945) editado en 1982, es decir, hace 22 años y siempre vigente. Autora también de “Noche Valleja (1990) y “Cantos de Ciega” (1994), es una de las principales voces femeninas de Chile y una de las primeras en identificarse y cultivar la imagen del poeta como personaje, como ser que mira al vacío pero con la mente puesta en la historia y en el devenir del tiempo. “El poeta es un espécimen –dice Molina- que vive una dualidad o duplicidad, de tener que estar siempre dispuesto a vivir de cualquier cosa menos de la poesía. Esa forma de vida, siempre me interesó, aunque reconozco que puede ser desgarradora en algunos momentos de la vida”.

“Memorias de un Pájaro Asustado” es un libro revelador, lleno de instantes de plenitud donde el hablante usa máscaras para descifrar la angustia del hombre del siglo XX. No de otro tiempo. Sus textos son fieles a su pensamiento poético: la voz lírica no es la de “los escritores”; “los poetas están al otro lado de la escritura”, dice.

Interesante propuesta porque esta forma de abordar el lenguaje conlleva riesgos, saltos mortales, intentos de suicidio, caídas al vacío desde un despeñadero. Sobre todo cuando no hay talento, lo cual no es su caso. Paz Molina construye lugares míticos a partir de conversaciones con esos fantasmas de las duplicidades; transforma a esas máscaras de las que hablábamos en referentes de la nostalgia. La angustia de vivir una hora al cual no se pertenece.

En sus poemas se advierten los humus vallejeanos, las desolaciones mistralianas, pero no como influencias definitorias, sino como escenarios donde la escritora dibuja poéticamente, paso a paso, esos fantasmas aún vivos, de un corpus literario que alcanza toda la fuerza y el desgarro que la transformaron en la década del 80 en un ícono de la poesía escrita por mujeres en Chile. En su escritura hay olas de magia, la emoción no es un dogma como en otras escritoras de su generación, sino es sangre compartida, frenesí erótico, las palabras cobran significado a medida que enumera los rituales de la cultura en la que está inserta y a la cual rinde homenaje por la variedad de significados de las obras que contribuyeron a su formación y que le permiten seguir escribiendo, ya sea en Isla Negra o Santiago.

El año 1983 Paz Molina fue editora de poesía de la Revista “Huelén” que dirigió Hernán Ortega. Contribuyó desde sus páginas a dar a conocer a una pléyade de jóvenes poetas de norte a sur del país y rescató a Miguel Arteche como una voz ineludible para esos días complejos en que todo el sistema literario, o mejor dicho, el escenario poético chileno estaba dominado por la presencia de Nicanor Parra, Jorge Teillier, Enrique Lihn. Paz Molina nos habló de la religiosidad, de las vanguardias, del rescate de los vates que en las provincias daban a conocer su canto llenos de fuerza, en la adversidad total. Viajó, editó, difundió, sobre todo a las artistas mujeres que aún no tenían la presencia vigorosa que hoy poseen en la narrativa y la lírica nacional.

“Memorias de un Pájaro Asustado”, un libro que debe ser reeditado, nos trae a la memoria el furor del lenguaje de Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Olga Acevedo, Stella Díaz Varín, las mejores de este tiempo y del otro.

Apertura de espacios femeninos a través de la producción escritural

Entrevista a Paz Molina:

Por Carol Arcos
Aparecida en REVISTA LINGUA QUILTRA Nº1 (primer semestre 2003)
linguaquiltra@yahoo.es


En la década de los 80` son muchos los movimientos feministas que surgen y se conforman en la escena pública, planteando propuestas a sus demandas de género y en otras, a partir de un sistema clase-género. Se luchaba por aquel entonces por la liberación femenina, por la transformación del rol tradicional asignado a las mujeres.

La generación de conocimiento específico es prolífica, tanto desde mujeres del ámbito intelectual como de pobladoras populares. Se comienza a correr el velo de lo "natural" para abrir espacio a la visión de las construcciones culturales de género y, desde allí, pinchar alfileres que remuevan el edificio patriarcal arraigado en la sociedad chilena y las políticas de acentuación del régimen autoritario de Pinochet.

Paz Molina es una poeta que emerge en 1980 con la publicación de su primer escrito, ejerciendo distintas acciones desde esta época enfocadas desde su preocupación por lograr apertura cultural, tanto a nivel de espacios como de imaginario colectivo. Ingresa a la Sociedad de Escritores de Chile por el año 1977, realizando fuera y dentro de este lugar, trabajo social y poético. A la fecha, ha publicado dos libros, a saber, "Memorias de un Pájaro Asustado" en 1980 y "Noche Valleja" en 1985.

- Paz, cuéntanos algunas de tus experiencias en la generación de espacios públicos para el tratamiento de la problemática femenina y la difusión de conocimiento específico.
- Obviamente, primero he vivido el tema de la mujer en carne propia, además viví la situación política del año 73. Viví situaciones muy complejas y otras más sencillas, por ejemplo, mi desarrollo como madre, como mujer en el plano de la familia y que fue lo predominante en la primera parte de mi vida, hasta los treinta y cinco años, en que recién publico mi primer libro y me incorporo al mundo literario, donde recién enfrento lo que significa la posición de la mujer escritora frente a la posición del hombre escritor.

En la SECH se me ha dado en forma muy fácil, muy natural... no he tenido falta de espacio en consideración a la situación general de las escritoras chilenas.

Lo que me gusta es la vida cultural, el movimiento, la animación, el encuentro; he participado en numerosos encuentros, he trabajado en poblaciones por medio de talleres literarios de mujeres y también en la cárcel de mujeres.

- ¿Crees que el feminismo ya es un centro institucionalizado por la academia y que, por lo tanto, abandonó el borde? Sabemos que esto es una constante en las luchas de poder, es decir, lo marginal se centraliza ¿Cuál es tu opinión?
- Sí, yo diría que cada vez se ha academizado más el tema de las literaturas antes periféricas, en particular la femenina, pues ahí la mujer escritora encontró un espacio de dignificación y reconocimiento, de status y de poder... Entonces de alguna manera esa institucionalidad que le dio el sistema a la mujer escritora, a la crítica en particular, a la teórica, también es una suerte de paralización del interés por el colectivo, pues el colectivo pasa a ser entonces el aula y, en mayor medida, las universidad, la academia como institución. De algún modo esas necesidades están cumplidas por la aceptación del sistema hacia las críticas, que es muy válida e indiscutible, pero también hay una suerte de cristalización en que lo marginal se hace institucional.

- Pero, ¿piensas que sería importante desconstruir, descentralizar la problemática de la mujer, abrirla nuevamente?
- Sí, yo diría que en el fondo es una tarea política, yo diría de resituar el tema de la mujer y sus dificultades para abrirse espacios en el medio literario que creo es bastante tradicional y rígido, bastante dominado por los medios de comunicación, que son de un ala de pensamiento ideológico, de un ala más bien conservadora y sexista. De esta forma, todo lo que irrumpe en forma más o menos agresiva o rupturista, y de alguna manera denunciadora de ciertas anomalías o injusticias sociales, aparece como indigno de atención o, tal vez, en una pequeña franja, como rareza o exotismo.

- Por último, ¿cómo percibes la producción escritural de las mujeres en la SECH?
El hecho de ser mujer puede ser ventajoso, porque hay una cierta benevolencia en el trato... cierta cortesía particular hacia la mujer, que es muy propia de la tradición cultural. Esa benevolencia conlleva cierta actitud solapada de menosprecio, porque te tratan muy bien... te quieren mucho, pero eres la dama y siempre eres como la dama de la literatura y, desde ese punto de vista, hay un plano de inferioridad, aunque involuntariamente, en un plano que no es el mismo que el del intelectual varón, de hecho, el intelectual se considera a sí mismo importante en la medida en que es varón.

Yo no sé hasta qué punto nosotras, cuando luchamos por establecer un espacio de dignificación de nuestro trabajo literario, contribuimos también a fortalecer esa mirada, pero para nosotras no hay alternativa; o establecemos el espacio de dignificación o, simplemente, desaparecemos bajo la benevolencia sesgada y borradora de los hombres.




Carol Arcos es Licenciada en Pedagogía en Castellano de la Universidad de Santiago. Actualmente (2005) estudia primer año de Magíster en Literatura en la Universidad de Chile.

Reseña

Molina, Paz (1945)

Poeta y novelista. Realizó estudios de Artes y Teatro en la Universidad de Chile. Desde 1977 en adelante, participó en diversos talleres literarios, dirigidos por los escritores Miguel Arteche, Pía Barros, Martín Cerda y Jaime Quezada, entre otros. En 1987, estuvo a cargo del taller de poesía joven de la SECH, y participó en la coordinación del Primer Congreso de Literatura Latinoamericana Femenina. Integró el directorio del Ateneo de Santiago entre 1992 y 1993. Posteriormente, ha desempeñado labores en la Fundación Neruda, y ha dirigido talleres literarios.

Miembro de una generación de escritoras y poetas femeninas que surge en la década de los 80, publica su primer libro de poemas, Memorias de un pájaro asustado, en 1982. Le siguen Noche Valleja en 1992 y Cantos de Ciega en 1994. Es también autora de dos novelas inéditas: Paradero 28, obra que obtuvo el segundo lugar del premio Pedro de Oña en 1980, y Apuntes para una sombra, mención en Juegos Literarios Gabriela Mistral en 1982 y mención honrosa Andrés Bello en 1983.

Su primera obra se caracteriza por realizar una crítica a valores sociales tradicionales, a través de un lenguaje poético que exhibe vínculos tanto con la antipoesía, por su tono coloquial, como con el tipo de imágenes características del surrealismo. Así, por ejemplo, "Historia de ángeles", poema disponible en audio, es una relectura del tema bíblico del ángel pecador y de la culpa derivada del pecado, a través de la cual se cuestiona la concepción religiosa tradicional. En Cantos de ciega, su último poemario publicado, cobra gravitación el tratamiento, a menudo desgarrado y angustioso, de temáticas amorosas.


Obras
- Memorias de un pájaro asustado. Santiago: Editorial Universitaria, 1982.
- Noche Valleja. Santiago: Editorial Flavio Tranchini, 1990
- Cantos de ciega. Santiago: La Trastienda, 1994.