miércoles, 26 de septiembre de 2007

Apertura de espacios femeninos a través de la producción escritural

Entrevista a Paz Molina:

Por Carol Arcos
Aparecida en REVISTA LINGUA QUILTRA Nº1 (primer semestre 2003)
linguaquiltra@yahoo.es


En la década de los 80` son muchos los movimientos feministas que surgen y se conforman en la escena pública, planteando propuestas a sus demandas de género y en otras, a partir de un sistema clase-género. Se luchaba por aquel entonces por la liberación femenina, por la transformación del rol tradicional asignado a las mujeres.

La generación de conocimiento específico es prolífica, tanto desde mujeres del ámbito intelectual como de pobladoras populares. Se comienza a correr el velo de lo "natural" para abrir espacio a la visión de las construcciones culturales de género y, desde allí, pinchar alfileres que remuevan el edificio patriarcal arraigado en la sociedad chilena y las políticas de acentuación del régimen autoritario de Pinochet.

Paz Molina es una poeta que emerge en 1980 con la publicación de su primer escrito, ejerciendo distintas acciones desde esta época enfocadas desde su preocupación por lograr apertura cultural, tanto a nivel de espacios como de imaginario colectivo. Ingresa a la Sociedad de Escritores de Chile por el año 1977, realizando fuera y dentro de este lugar, trabajo social y poético. A la fecha, ha publicado dos libros, a saber, "Memorias de un Pájaro Asustado" en 1980 y "Noche Valleja" en 1985.

- Paz, cuéntanos algunas de tus experiencias en la generación de espacios públicos para el tratamiento de la problemática femenina y la difusión de conocimiento específico.
- Obviamente, primero he vivido el tema de la mujer en carne propia, además viví la situación política del año 73. Viví situaciones muy complejas y otras más sencillas, por ejemplo, mi desarrollo como madre, como mujer en el plano de la familia y que fue lo predominante en la primera parte de mi vida, hasta los treinta y cinco años, en que recién publico mi primer libro y me incorporo al mundo literario, donde recién enfrento lo que significa la posición de la mujer escritora frente a la posición del hombre escritor.

En la SECH se me ha dado en forma muy fácil, muy natural... no he tenido falta de espacio en consideración a la situación general de las escritoras chilenas.

Lo que me gusta es la vida cultural, el movimiento, la animación, el encuentro; he participado en numerosos encuentros, he trabajado en poblaciones por medio de talleres literarios de mujeres y también en la cárcel de mujeres.

- ¿Crees que el feminismo ya es un centro institucionalizado por la academia y que, por lo tanto, abandonó el borde? Sabemos que esto es una constante en las luchas de poder, es decir, lo marginal se centraliza ¿Cuál es tu opinión?
- Sí, yo diría que cada vez se ha academizado más el tema de las literaturas antes periféricas, en particular la femenina, pues ahí la mujer escritora encontró un espacio de dignificación y reconocimiento, de status y de poder... Entonces de alguna manera esa institucionalidad que le dio el sistema a la mujer escritora, a la crítica en particular, a la teórica, también es una suerte de paralización del interés por el colectivo, pues el colectivo pasa a ser entonces el aula y, en mayor medida, las universidad, la academia como institución. De algún modo esas necesidades están cumplidas por la aceptación del sistema hacia las críticas, que es muy válida e indiscutible, pero también hay una suerte de cristalización en que lo marginal se hace institucional.

- Pero, ¿piensas que sería importante desconstruir, descentralizar la problemática de la mujer, abrirla nuevamente?
- Sí, yo diría que en el fondo es una tarea política, yo diría de resituar el tema de la mujer y sus dificultades para abrirse espacios en el medio literario que creo es bastante tradicional y rígido, bastante dominado por los medios de comunicación, que son de un ala de pensamiento ideológico, de un ala más bien conservadora y sexista. De esta forma, todo lo que irrumpe en forma más o menos agresiva o rupturista, y de alguna manera denunciadora de ciertas anomalías o injusticias sociales, aparece como indigno de atención o, tal vez, en una pequeña franja, como rareza o exotismo.

- Por último, ¿cómo percibes la producción escritural de las mujeres en la SECH?
El hecho de ser mujer puede ser ventajoso, porque hay una cierta benevolencia en el trato... cierta cortesía particular hacia la mujer, que es muy propia de la tradición cultural. Esa benevolencia conlleva cierta actitud solapada de menosprecio, porque te tratan muy bien... te quieren mucho, pero eres la dama y siempre eres como la dama de la literatura y, desde ese punto de vista, hay un plano de inferioridad, aunque involuntariamente, en un plano que no es el mismo que el del intelectual varón, de hecho, el intelectual se considera a sí mismo importante en la medida en que es varón.

Yo no sé hasta qué punto nosotras, cuando luchamos por establecer un espacio de dignificación de nuestro trabajo literario, contribuimos también a fortalecer esa mirada, pero para nosotras no hay alternativa; o establecemos el espacio de dignificación o, simplemente, desaparecemos bajo la benevolencia sesgada y borradora de los hombres.




Carol Arcos es Licenciada en Pedagogía en Castellano de la Universidad de Santiago. Actualmente (2005) estudia primer año de Magíster en Literatura en la Universidad de Chile.

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